sábado, 1 de septiembre de 2012

Sight

Sería bonito decir que lloro lágrimas de tinta por algo que ni siquiera empezó, pero ni soy capaz de llorar tinta ni aquello había sido tan simple

viernes, 15 de junio de 2012

Notre Dame





Fuera


Desde estas ventanas contemplando siempre estoy

a quienes jamás sabrán mi nombre,
al mirar sus caras escondido como hoy
pienso que yo apenas soy un hombre.
Al pasar me dejan sus historias,
no huirán jamás de mi memoria.
Yo me estoy muriendo por saber lo que es pasar
solo un día en compañía.



Ahí fuera, libre bajo el sol,

dame un día ahí fuera
para respirar su olor,
que lleva el aire,
donde viven sin sentir
lo que es para mí
el vivir un día allí.
(…)
Esas gentes, que desde el tejado puedo ver,
libres de sentir que les envidie
son libres, sin saber que tienen un tesoro.
Dame un amanecer junto a ellos,
dame solo un día y juro
que aquí estaré. Volveré
sin mirar hacia atrás
sin pedir nada más que vivir
un día ahí.

martes, 24 de abril de 2012

Ábreme, vamos. Escúchame


Mirará a un lado y a otro, verá que no hay nadie y tocará con indecisión el cristal coloreado. La luz del atardecer será opaca, atravesó la ventana mucho antes de que él estuviera allí.
Con el dedo recorrerá las junturas del vidrio verde, para después detenerse en el rojo, el amarillo, el azul. Se dará la vuelta repentinamente; flotará una sonrisa en el aire, pero no habrá nadie allí, a sus espaldas, para responder preguntas que empiezan por “quién” y “cómo”.
Le dominará el frenesí, limpiará el cristal empañado con la piel de su muñeca y se precipitará a buscar el picaporte de la puerta-ventana. No hay picaporte. ¿No hay? ¡No!, golpeará la negativa contra el vidrio coloreado y absorberá con avidez la imagen que se le oculta, marcará las huellas de sus manos en el amarillo y el rojo y aplastará sus ojos contra el verde. Mundo verde, sueño verde transparentando un lugar eternamente anhelado. Inconscientemente, golpeará el cristal con los puños, empañará aún más su visión con el vaho, arañará las junturas con dedos agarrotados; por eso, cuando gire sus ojos torturados hacia mí, que estoy fuera, abrirá la boca para gritar. Y me acercaré, y pegaré mi oído al cristal para saber qué es lo que tan desesperadamente me quiere decir.
“Abre, abre”, dice cada vibración, pero yo no escucharé nada. Tendré el vago presentimiento de que me quiere decir algo importante, pero no llegaré a entenderlo y no sabré cómo ayudarle. Sabrá que no lo sé, claro que lo sabrá, y el chico dejará de golpear el cristal con el puño y se hará un ovillo en el suelo, enterrando la cabeza entre sus brazos.
Volverá a llamarme, desde luego. Para hacer tiempo, rodearé el lugar acrisolado con la esperanza de encontrar algún resquicio para ayudarlo a salir. Por encima de mí, desde siempre escrito con cuchilladas irregulares, hay un nombre que nunca llego a ver.

CORAZÓN

domingo, 1 de abril de 2012

La lluvia los deshoja

Me encantaría saber cómo una flor tan pequeña y blanca puede provocar tal cúmulo de sensaciones. La huelo y suspiro de gusto, pero al mismo tiempo me repele, por demasiado dulce (quizá por eso no puedo dormir cuando la tengo cerca). Si me dejo llevar por la imaginación, -cosa que por qué no hacerla-, me pregunto qué de mi vida anterior habrá condicionado que me guste el azahar, si es que tuve vida anterior alguna vez. De algo estoy segurísima: si lo huelo en cualquier parte del mundo, probablemente me ponga tan contenta que se me salten las lágrimas. Olerá como mi casa –mi hogar- en primavera, como las calles soleadas y las hojitas verdes de los naranjos.
En realidad, no es especial por su forma, por su olor o por la encantadora manera que tiene de deshojarse y dejar la acera cubierta de pétalos. Creo que, más bien, me gusta porque es tan breve como dos semanas en un año. Lo bueno, breve, dos veces bueno. Llenarte los pulmones de olor a hogar dos semanas al año te hace disfrutar mucho más de él cuando llega la primavera. Y eso que es una flor tan pequeña, que huele tan poco… deja más huella en el ambiente que en mí cuando la cojo y la pongo en mi mesilla de noche, aunque sepa se marchitará en pocas horas.

viernes, 9 de marzo de 2012

jueves, 19 de enero de 2012

Arrebato vomitado en tecla

Porque no, que no es tan sencillo, que las almas libres son almas libre y punto, porque el mundo da vueltas y vueltas y las almas libres son almas libres que no se atan hasta que encuentran algo digno de ser atado, o a lo que atarse, que la vida es muy corta y la libertad de acción sólo una frase bonita sin real connotación. Porque no, NO quiero un bucle, quiero una línea recta, clara, que me permita ver qué soy y hacia donde voy y todas mis metas en blanco (aunque entonces la rebeldía llega y se pregunta dónde quedó ese hermoso bucle que era la continua sorpresa de girar la esquina y decir “oh”, con la boca abierta, con sorpresa, inesperadamente esperado, pero tan voluble…). Y entonces llega el pasito de más, cogerme de la barbilla y preguntarme, mirándome fijamente a los ojos, que qué voy a hacer para arreglar la cañería vieja que es el futuro, y no, agua, no caigas al vacío que todavía tengo mucho que beber. Golpe, ¡plás!, sal de aquí, preciosa, que este momento no te ha tocado a ti. ¿Quieres algo en lo que agarrarte?, porque no busco tópicos ni experimentos, devuélveme mi inocencia, tiempo salvaje y avasallador, que me has dado un carisma que deseo pero una estrechez de miras que no deja al humo convertirse en sólido ni a la inteligencia salir del papel. Porque no.

martes, 10 de enero de 2012

Quien tiene un amigo tiene un tesoro, y quien lo pierde es un estúpido. 
Y quien ve que se aleja lenta y dolorosamente, sin hacer nada por evitarlo, un desgraciado.
No voy a seguir poniendo excusas para justificarme. 

Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
El mentiroso, en situaciones como esta, esconde la cabeza
 bajo el ala o bajo tierra, según lo que esté más a mano.
Una vez el mentiroso se erige como  tal,
 adoptará esta profesión para toda la vida.
Lo peor es que no pienso dar marcha atrás.

No sé qué me queda.